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viernes, 23 de febrero de 2007

Educación de la Sexualidad



Supiste aclarar las dudas de tus alumnos o alumnas cuando te preguntaron:¿qué es la menstruación? ¿cuál es la vía de transmisión del VIH-SIDA? ¿cómo se practica el coito? ¿es malo cuando te masturbas? Tus respuestas, silencios, titubeos, actitudes son fundamentales para el desarrollo sexual saludable de los niños y niñas. Una respuesta prejuiciosa carente de información científica y ética o un rostro avergonzado puede marcar para siempre la vida sexual de las personas.

Desde la edad de dos años los infantes han entendido que a los adultos los temas sexuales les causan "pudor". Sus madres y padres ponen sobrenombres a los órganos sexuales, reprochan con un grito de "no te toques ahí" "las niñas buenas no lo hacen" o un golpe cuando los manipulan. No comprenden el porqué de la actitud de sus progenitores. No saben que a éstos también los golpearon en su infancia y los desinformaron contándoles conceptos erróneos y llenándolos de culpa y vergüenza. Aún no comprender la herencia de tabúes. Quizá lo comprendan siendo adultos/as cuando, en el mejor de los casos, con información decidan dejar de reproducir mitos o, en casos desafortunados, enfrenten alguna disfunción sexual a causa de aprender que la sexualidad es "sucia y mala".

La sexualidad es inherente al ser humano, nacemos con ella y nos acompañará a lo largo de nuestra existencia. En este proceso llamado vida debemos procurar la salud sexual definida por la Organización Mundial de la Salud como un estado de bienestar físico, emocional, mental y social relacionado con la sexualidad; no sólo se refiere a la ausencia de enfermedad o disfunciones. La salud sexual requiere de un acercamiento positivo y respetuoso a la sexualidad y a las relaciones sexuales, así como a la posibilidad de tener relaciones sexuales placenteras y seguras, libres de coerción, discriminación y violencia. Para que la salud sexual se respete y mantenga, los derechos sexuales deben ser respetados y protegidos y plenamente ejercidos.

La educación de la sexualidad principalmente está a cargo de los padres y madres de familia así como de los y las docentes. La tarea no es nada sencilla porque se enfrentan a diferentes situaciones:

1 .- La sexualidad ha sido considerada por siglos como pecaminosa. Nos han dado información con valores negativos en su torno: nombrar, mirar o tocar los órganos sexuales es sucio, las mujeres buenas no hablan de temas sexuales, la masturbación es un pecado, etc. Quitar tabúes no es rápido como desconectar y conectar un aparato eléctrico. No somos máquinas, los seres humanos requerimos de un proceso para desmitificar y revalorar a la sexualidad, lo cual conseguiremos sólo con información verídica.

2.- Si bien es cierto que existen espacios en donde la gente puede obtener información sobre sexualidad humana en sus aspectos, biológicos, psicológicos y sociales, aún no hay muchos; además algunas instituciones de salud y de educación siguen levantando banderas en favor de los mitos en nombre de la "moralidad". Lo único que consiguen es desinformar y orillar a la sexualidad a la clandestinidad, a la prohibido, al morbo.

3.- Los materiales de apoyo están cargado de educación sexista con discursos que fomentan la desigualdad y el establecimiento de roles en donde se encajonan el comportamiento de niños y niñas, limitando sus potencialidades como seres humanos en aspectos intelectuales y emotivos: los niños son valientes y no lloran, las niñas son bonitas si se enojan se ponen feas.

Información + respeto + afecto = salud sexual

La labor de educar sobre sexualidad humana no es fácil, requiere del trabajo de mucha gente entre especialistas quienes elaboran investigaciones serias, profesionales en el área de la salud y la educación así como los padres y madres de familia. Es una tarea de todos y todas que debemos comenzar para una sociedad sin prejuicios ni miedos.

Los primeros pasos los han dado científicos/as quienes desde hace varias décadas han desmitificado conceptos a través de sus investigaciones. El siguiente paso corresponde a quienes estamos encargados de difundir información y educar. Apoyemos la salud sexual, mental y física de las personas. No sigamos reproduciendo discursos con valores negativos, aportemos más afecto, respeto a la diversidad y a la equidad de género, amor hacia nuestro entorno, salud en nuestro interior.

Con educación podemos desmitificar y optar por una vida saludable. Comencemos con la nuestra, explorando conceptos y revalorando.

Ante actitudes moralistas y represivas, no llegaremos más que al SIN RECREO, al castigo. A seguir ocultando la vida sexual, a limitar nuestras expresiones de afecto y amor. Las investigaciones muestran que niños y niñas informados sobre aspectos sexuales inician su vida sexual más tardíamente y con responsabilidad, así que no tengamos miedo de informar.

La salud sexual un compromiso de educación

Enseñemos en las aulas a multiplicar respeto, amor y responsabilidad. A sumar afecto y salud. A restar infecciones de transmisión sexual y embarazos no deseados. A dividir responsabilidades equitativamente así como beneficios. Enseñemos a leer más allá de lo que dicen los textos, a comprender que entre las líneas blancas existen muchas posibilidades que toca inventar.

Otorguemos herramientas para investigar y construir en salud. No quitemos el recreo de la vida, de la diversidad, del juego, de la imaginación y la creatividad. La sexualidad necesita esparcimiento para interactuar emociones, palabras, sentimientos.

Enseñemos a escribir una nueva historia... en salud, con amor y respeto.

La diversidad en la sexualidad



Los seres humanos somos diversos por naturaleza, en todo lo que hacemos hay diferencia y no por eso le quitamos la legitimidad a nuestros actos. Por ejemplo, a Sofía le gustan las manzanas y también las peras, naranjas, etc. Eso no quiere decir que una fruta sea mejor que otra, son distintas con propiedades nutricionales únicas, los sabores son distintos y no se contraponen. Por otro lado, a Israel le gustan los trajes color gris, los azules también y los negros, etc. ¿un color es mejor que otro? NO, ¿se contraponen? NO. Pues algo similar sucede en la sexualidad.

Cuando en sexualidad se habla de diversidad, las personas podemos asociar la palabra con libertad, respeto, responsabilidad o con peligro, censura, algo indeseable, prohibido, que está mal, y en sexualidad nada se contrapone porque nos manejamos con tres reglas ante la expresión diversa de la sexualidad que son:

a) Durante la práctica sexual la persona no se provoca daño.
b) Tampoco le provoca daño a otras personas.
c) Entre quienes participan en la experiencia sexual hay un acuerdo mutuo.

La experiencia consciente de la sexualidad nos pone en el límite de la libertad y la dependencia, la libertad para vivir el placer responsable contra la dependencia a los viejos esquemas impuestos de prohibición del placer.

Nos podemos traicionar en la experiencia erótica y dar paso al temor a través de anestesiar el cuerpo quitándole la posibilidad de sentir y vivir, hasta preguntarnos en algún momento después de años de mentirnos ¿dónde quedaron nuestros sueños? Esas miradas libres que creábamos para darle una dirección a nuestra vida han sido sustituidas por una cadena de traiciones continuas que pusimos al creernos tan listos como para controlar hasta nuestro placer y meterlo en una agenda, acotado por un breve espacio de tiempo del día. Después de todo, lo único que abrazamos es la inmensa soledad que creamos y dónde se suponía que no íbamos a vivir.

A veces ni le preguntamos a nuestro cuerpo qué es lo que quiere, tememos que su voz sea irracional o, como algunos lo llaman, una “sexualidad animal”. Pero lo único animal o mejor dicho irracional es no vivir lo que nos corresponde vivir. Muchas veces, lo descubrimos tarde, cuando la vida ya se nos va, porque un cuerpo sin vida, sin alma, no puede reír, llorar ni cantar. Un cuerpo abandonado, limitado, sin experiencia de placer sólo espera morir, tal vez como la última racionalización del que lo porta es que habrá otra oportunidad en otra vida.

Si lo hemos vivido, la muerte no nos asusta, la esperamos en paz, no es sorpresa, ni temor, ni tristeza, es tránsito natural de lo humano, tránsito de vida de sonrisas, besos, caricias, abrazos a sonrisas, besos, caricias, abrazos de los que se quedan y continúan.

Si yo no me permito vivir la diversidad que representa mi sexualidad ¿habría de prohibirle vivir plenamente su sexualidad a otras/os? Tú ¿qué opinas?

Cómo ser inteligente sexualmente



Casi tod@s consideramos el sexo como una parte fundamental de nuestras vidas y, sin embargo, menos del 25% de las personas afirma tener una vida sexual satisfactoria. Pese a la aparente sofisticación de nuestra sociedad, no hablamos de sexo: mitos, falacias, incomunicación, miedos y vergüenzas nos avasallan constantemente hasta alejarnos de nuestra verdadera identidad sexual. Para remediarlo, los psicólogos Sheree Conrad y Michael Milburn han desarrollado el concepto de Inteligencia Sexual (IS).

Según afirman l@s psicólog@s en su libro “Inteligencia sexual”, la llave de la Inteligencia Sexual es el conocimiento de sí mismo. Esto implica ver más allá de los mitos culturales que deforman la sexualidad, desvelar nuestros verdaderos deseos sexuales y desarrollar las aptitudes emocionales y sociales que permitirán compartir nuestra personalidad real con nuestras parejas.

Conocerse a nosotros mismos es, en realidad, descubrir ese yo sexual secreto que se forma a lo largo de nuestra vida. Desde que nacemos, cada individuo construye una historia con sus deseos sexuales, pero también con sus miedos, esperas, negaciones, creencias erróneas o experiencias negativas.

Todo ello se entremezcla a través de los años para formar nuestra identidad sexual que llevamos con nosotros en nuestra edad adulta. Este yo sexual secreto es el que guarda la llave de los placeres extremos, de las atracciones inexplicables y de nuestras elecciones, buenas o malas, que acabamos tomando en nuestra vida.

El problema es que, como aclaran Conrad y Milburn, “nuestros verdaderos deseos sexuales pueden estar escondidos por experiencias traumáticas, necesidades emocionales no satisfechas que nos impiden descubrir nuestras verdaderas preferencias, y por ideas preconcebidas provocadas casi siempre por las normas culturales”. Por ello, en la mayoría de las veces acabamos fuera de lugar, desconectados de nuestros deseos y, en algunas ocasiones, enterrando nuestra sexualidad en el olvido.

Sin embargo, ignorar su yo sexual secreto puede tener consecuencias profundamente destructoras. Nuestra sexualidad es tan fundamental como nuestras emociones, nuestro intelecto o nuestra personalidad. Si la enterramos, negamos una parte esencial de nosotr@s mism@s.

El resultado se ve en la encuesta que realizaron Conrad y Milburn con unas 500 personas en 1998. De éstos, un número sorprendentemente alto sufre de disfunciones sexuales. Por ejemplo, el 42% no tiene deseo sexual; 57% son incapaces de tener un orgasmo; la mitad de las mujeres de entre 18 y 29 años consideran las relaciones sexuales dolorosas; 33% de los hombres de la misma franja de edad tienen dificultades a tener o mantener una erección; y 53% padecen de eyaculación precoz.

Solucionarlo no significa ser más “liberal” sexualmente hablando. Tampoco se trata de aprender nuevas técnicas y aún menos pasar a ser maest@ en el arte de la seducción o de la manipulación. Se trata simplemente de ser inteligente sexualmente.

El libro se basa en tres pilares que sustentan la Inteligencia Sexual. El primero es el conocimiento sexual, científico y preciso que nos permite tomar el control de nuestra vida sexual y así protegerse, por ejemplo, de las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) como el VIH/Sida. El segundo pilar es la toma de conciencia de nuestro yo sexual secreto. Saber lo que nos excita, lo que nos causa problemas, lo que nos atrae, lo que preferimos. Finalmente, el tercer pilar es la capacidad de conectarse con l@s otr@s dado que una sexualidad enriquecedora no se vive sol@. Es decir, hablar con nuestra pareja de nuestras necesidades sexuales e imaginar con precisión como nuestro comportamiento sexual puede afectar a sus sentimientos.

A partir de ahí, el trabajo de Conrad y Milburn se estructura en varias partes con el objetivo de presentar una visión de la sexualidad en la que podamos vernos reflejad@s. Por ejemplo, los obstáculos que nos impiden mejorar nuestra vida sexual y adquirir un conocimiento de la sexualidad humana como puede ser una determinada educación de los padres o religiosa, así como los mitos. Otra parte se dedica al conocimiento del yo sexual secreto y de los factores que contribuyen a su desarrollo. Finalmente, l@s psicólog@s se centran en la inteligencia sexual del día a día: cómo funciona la atracción sexual, cómo lidiar con la seducción en el puesto de trabajo, cómo mantenerse fiel en una relación duradera, etc.

El libro nos invita así a recorrer el camino de nuestro interior bajo forma de una profunda introspección, pero sin apenas darnos cuenta de ello. A través de las vivencias de los pacientes de Conrad y Milburn, podremos identificar experiencias en la que nos podremos ver reflejad@s. Ello significa tomar conciencia de cómo, por ejemplo, la visión de la sexualidad de nuestros padres nos afecta hoy día, o cómo una mala experiencia sexual nos condiciona todas nuestras relaciones presentes y futuras.

En definitiva, nos permite echar la mirada hacia atrás para poder interpretar el presente y, sobre todo, construir un futuro a través de una identidad sexual acorde a nuestros verdaderos deseos.


Dr. CONRAD, Sheree y Dr. MILBURN, Michael. Inteligencia Sexual, Editorial Planeta, Barcelona, 2002, 464 p.

Dr. CONRAD, Sheree and Dr. MILBURN, Michael. Sexual Intelligence : The Groundbreaking Study That Shows You How to Boost Your "Sex IQ" and GainGreater Sexual Satisfaction, Crown, 2001, 352 p. (versión original en inglés).

Todo... menos aburrirse



Es un inicio de año y podemos mirarlo esperanzador si tomamos entre nuestras manos las infinitas posibilidades que representa vivir responsablemente, para generar una experiencia de la sexualidad libre y con una narrativa que lo describa de forma clara pues no siempre ha sido así.

A comienzos del siglo XVII el discurso sobre la sexualidad no era todavía opacado y no generaba la incomodidad de nuestro tiempo, las prácticas no tenían nada de oculto, los discursos estaban sin disfraz.

De una experiencia brillante se pasó a la oscura monotonía de la burguesía victoriana. La sexualidad se fue guardando hasta quedar encerrada con un único rostro visible: su función reproductiva cuidadosamente guardada en el sexo oficial, el cual tiene que cumplir con cuatro reglas 1) ser monógamo, 2) ser heterosexual, 3) ser reproductivo y 4) estar dentro del marco del matrimonio.

La sexualidad se vio envuelta por el silencio, un silencio incómodo que se presenta cuando se habla o se pregunta sobre sexualidad. Hablar de sexualidad se vierte en seriedad y se restringe a los discursos médicos donde se esteriliza. Así, el único espacio para experimentar la sexualidad erótica pasa a ser la cama conyugal, donde se enfatiza su función reproductiva mientras que todo lo otro tiene que ser desterrado, esfumarse y desaparecer.

Con la regulación que se hace de su función, la sexualidad erótica desaparece de los espacios públicos y de los privados y se niega que exista en algunos grupos como por ejemplo las/os niñas/os donde los planteamientos hacia ellas/os se vuelven asexuales. Por lo tanto, se inicia un mecanismo de represión, de control de la información que funciona como una condena de desaparición, pero también como una orden de silencio, afirmación de inexistencia y como una confirmación de que no hay nada de que hablar o saber, ni ver, ni oír, ni sentir.

Quedan algunos espacios, algunas concesiones, por lo que las sexualidades que se consideren ilegítimas son trasladadas al burdel. Pero ahí tampoco es libre, pues del carácter reproductor pasa al carácter de mercancía donde se obtendrá una ganancia.

En resumen, en la sexualidad lo que no apunta a la procreación está prohibido, se le encuentra excluido, negado o reducido al silencio, se maneja que no existe y que nunca debería de existir. Como ejemplo, si a los niños/as se les inculca la idea de que la sexualidad no existe, que mejor razón para impedirles que hablen de ello, razón para imponer un silencio general.

Del silencio se pasa a la solemnidad. Si la concepción de la sexualidad está prohibida, quien la nombre estará fuera de la ley, por lo que se hablará con solemnidad para evitar la censura.

Han pasado muchísimos años desde que se inició este dispositivo. Por ello, cada vez que hablamos claramente sobre la sexualidad vamos creando una experiencia diferente y un camino más liberador para quienes se adentran al tema. Es valioso evitar el chiste que desvaloriza al otro porque le niega la legitimidad y hace que se sostenga la violencia hacia el diferente, un diferente tan diferente como el observador.

Vivamos una sexualidad libre, responsable, erótica, apasionada, sin culpa y gratificante. Mientras no se dañe a otras/os, a sí misma/o y haya acuerdo entre quienes participan, la experiencia será muy gratificante y se valdrá vivir todas las sensaciones que el cuerpo ofrece, porque todo se vale… menos aburrirse.

El clítoris, la llave del placer



Justo por debajo del punto de unión superior de los labios internos de los órganos sexuales pélvicos femeninos, se localiza un diminuto prepucio (capuchón) encargado de recubrir y proteger al clítoris, un órgano pequeño, pero de ninguna manera insignificante.

La anatomía del clítoris fue descrita en 1559 por Renaldus Columbus de Padua, sin embargo su primicia fue disputada por Gabrielo Fallopio, otro anatomista eminente. Este apéndice femenino constituye un verdadero regalo anatómico para las mujeres debido a que su única función conocida es concentrar sensaciones sexuales y placer erótico, conclusión a la que llegaron William Master y Virginia Johnson (pioneros en la investigación de la sexualidad humana). A partir de sus observaciones de laboratorio realizadas por medio de dispositivos tecnológicos para medir y despertar el orgasmo, la pareja de científicos concluyó que el orgasmo era siempre resultado de la estimulación del clítoris, incluso si el clítoris no era excitado directamente como sucede en la fricción del pene durante la cópula.

En algunas mujeres, el clítoris puede ser absolutamente sensible y un análogo obvio al pene; en otras, pequeño y apenas visible. En cualquiera de ambos casos su función es la misma: provoca la excitación sexual ya que dispone de fibras nerviosas muy sensibles al tacto, la presión y la temperatura que al ser estimuladas envían una oleada de signos nerviosos hasta el cerebro en donde se origina el orgasmo.

Parecen iguales, pero no lo son

Comparado en muchas ocasiones con el pene por algunas similitudes anatómicas, como el aumento de su tamaño con la excitación y un músculo en su parte posterior equivalente al que produce las contracciones en el pene, el clítoris posee características específicas que lo hace diferente: su función no es reproductora ni urinaria y en el aspecto sexual también difieren; la erección del hombre es el primer síntoma de excitación sexual, en tanto que en la mujer, el aumento del tamaño del clítoris es posterior a la lubricación vaginal.

Después del orgasmo, el clítoris se relaja disminuyendo la afluencia de sangre y vuelve a su tamaño normal en un periodo de 5 a 10 minutos.

No me puedo quedar así

Efectivamente a las mujeres también les produce frustración una relación sexual inconclusa. Después de haber llegado a un alto grado de estimulación sexual, si la mujer no alcanza el orgasmo el clítoris permanece excitado inclusive por varias horas.

Todo término tiene un por qué y ello no es difícil de averiguar yendo al origen de la palabra. Así encontramos que clítoris viene del vocablo griego kleitoris y éste a su vez deriva de kleis que significa llave. Sin lugar a dudas el clítoris es una de las llaves con las que la mujer cuenta para acceder al placer sexual.

Secretos del orgasmo femenino



Durante muchos años, en la literatura erótica se han encontrado múltiples y constantes referencias a que en el punto máximo de la satisfacción sexual la mujer expulsaba abundantes cantidades de liquido o "jugos" orgásmicos. Ésta era una creencia generalizada.

Igualmente, pero de otra fuente, el psicoanálisis creado por Sigmund Freud nos enseñó que existen en la mujer dos tipos de orgasmo, uno que se origina por la estimulación del Clítoris y otro que proviene de la vagina; estableciendo que el segundo era el "sano" o "adecuado".

Respecto a la expulsión de líquido durante el orgasmo, los primeros estudiosos de la Sexología y los Ginecólogos negaron este hecho durante mucho tiempo.

¿Y cuál es la realidad de estas dos situaciones a la luz del conocimiento objetivo?

En cuanto a la posibilidad de que la mujer expulse líquido durante el orgasmo es necesario hacer algunas precisiones previas: de hecho sabemos que la respuesta de cualquier mujer que se encuentra excitada es la lubricación vaginal. Es decir que, al igual que en el hombre se provoca la erección, en la vagina de la mujer se produce una sustancia líquida viscosa cuyo origen y mecanismo real de producción no se conoce bien. Esta lubricación es mayor mientras mayor sea el grado de excitación y no existen evidencias de que durante el orgasmo la lubricación aumente importantemente.

Sin embargo, al inicio de este siglo un Ginecólogo de apellido Graffenberg describió una zona en la cara anterior de la vagina, a pocos centímetros de la entrada, que al ser estimulada provocaba sensaciones muy intensas en la mujer y con frecuencia referían una sensación como de deseo de orinar. A esta zona se le conoce como Punto de Graffenberg o Punto G.

Posteriormente en el año de 1978 otros autores demostraron la existencia de una glándula prostática en la mujer. De hecho durante mucho tiempo se pensó que sólo el hombre tenía próstata siendo ésta responsable de la producción del líquido que junto con los espermatozoides constituye el semen. Lo interesante es que la "próstata femenina" no es como en el hombre una glándula compacta, en ella se encuentra como una gran cantidad de cúmulos de células que rodean a la uretra, es decir al "tubo" que conduce la orina al exterior y cuya desembocadura está en la vulva un poco por delante del orificio vaginal.

La vinculación entre el punto G y la "próstata femenina" estriba en el hecho de que en cierto número de mujeres cuando hay estimulación del punto G, se produce expulsión de un líquido por la uretra y muchas veces esto coincide con el orgasmo. A esto se le llama hoy en día como eyaculación femenina. El problema estriba en que muchas mujeres a las que les sucede esto y a sus parejas, les incomoda pero principalmente por que se suele pensar que la mujer "se orinó". Recientemente los autores de un estupendo libro, que enfáticamente recomiendo a nuestros lectores y lectoras, Laddas, Whipple y Perry, han demostrado que el líquido que expulsa la mujer bajo estas circunstancias tiene una composición química totalmente diferente a la orina y que se acerca más a la del líquido prostático. El libro se titula "El Punto G" y está editado por Grijalbo.

Es importante señalar que no todas las mujeres presentan eyaculación y que tampoco todas sienten lo descrito ante la estimulación del punto G, sin embargo es útil que muchas de ellas que sí lo presentan no consideren, ni sus parejas tampoco, que se trata de algo "enfermo" o que deba corregirse. En mi experiencia clínica me ha tocado ver con cierta frecuencia a mujeres y parejas muy atormentadas por esta situación, cuando en realidad puede ser una aventura más para el enriquecimiento de la vida sexual.

En cuanto a los famosos orgasmos "vaginales y clitorídeos", la concepción de que unos son "mejores" que otros también ha hecho sufrir y angustiarse a muchas mujeres. Hoy en día se sabe que no tenemos por qué considerar a un tipo de orgasmo como más o menos sano. La realidad es que, por un lado el origen de un orgasmo, sea por estimulación del clítoris, de la vagina, del punto G, de los pechos o de las orejas puede hacer que la mujer lo sienta diferente pero mientras sea satisfactorio no existe conflicto alguno. Mas aún las investigaciones recientes y los testimonios de mujeres revelan que existen múltiples sensaciones orgásmicas en ellas; que no sólo influye el sitio estimulado sino que también van a influir el tipo de orgasmo situaciones circundantes como puede ser el momento, la pareja, la música, etc.

No existen pues "zonas erógenas" estandarizadas para las mujeres o los hombres. Si algo no debe considerarse como estático e inamovible es la sexualidad, la que por su inmensa variabilidad es constantemente cambiante y por ello se convierte en una de las más maravillosas e increíbles fuentes de satisfacción, placer y desarrollo personal.

Amor a primera vista ¿existe?



En más de una página de Internet encontramos el debate de si existe o no el amor a primera vista. También es título, slogan o guión de película cinematográficas como es el caso del actual film “Closer” del director Mike Nichols.

Quizá algun@s estén cien por ciento convencid@s de que existe el amor a primera vista, porque “dicen” lo han vivido y además sentido como una experiencia avasalladora. Han experimentado conocer a alguien y estar segur@s de haber encontrado a “su media naranja” con sólo mirarle. Pero ¿qué tan cierto es esto del amor a primera vista? ¿Es verdad que existe o es sólo una invención para seguir ensalzando al “amor”?

Amor a primera vista

Primero comencemos definiendo qué es el amor. Tarea complicada porque han debatido mucho sobre el tema intelectuales, filósof@s, poetas, cantantes, romántic@s, sin llegar a una definición clara. Lo que sí se tiene claro es que es un sentimiento hacia, por lo general, otra persona. Así que por ahí comencemos y centremos.

El amor es un sentimiento que nos impulsa a desear lo mejor para el ser amad@. Una de las tantas conclusiones de la Real Academia de la Lengua Española y definición de reconocid@s especialistas de la sexología. La pregunta es: ¿en un cruce de miradas pensamos en desearle lo mejor a la otra persona? No lo creo. Entonces el amor a primera vista, por muy romántico que parezca, no existe.

Atracción a primera vista

Quizá al “amor a primera vista” se le debería llamar “atracción a primera vista”. Esto sí que sucede y es puramente físico.

La atracción a primera vista es cuando ves a alguien quien físicamente te parece atractiv@. El corazón empieza a palpitar más rápido, nos ruborizamos, las pupilas se dilatan, etc. A partir de ese momento y en cuestión de segundos, se pueden desencadenar una serie de reacciones químicas hacia la otra persona que pueden conducirnos hasta el enamoramiento. Pero con un poco de tiempo, aunque no se pueda medir cuánto. Pero no es instantáneo.

Como dijimos, la atracción puede suscitarse en un abrir y cerrar de ojos, con una simple mirada. Es inmediata. Es coincidir con otra persona y quizá este encuentro sólo nos lleve a una “noche pasional”, pero no más allá.

Con el tiempo, cuando los lazos de afecto unan más, el amor se puede presentar o bien el enamoramiento. Se requiere tiempo para amar al otr@. Se requiere saber amar, deseando lo mejor para él o ella...

¿Tú que opinas? Al final, el debate sobre el amor seguirá existiendo para no quitarle romanticismo y magia. Si deseas dar tu opinión, escríbenos.